" EL DERECHO A SABER ES EL DERECHO A VIVIR"
Aruna Roy, India.
Activista por el derecho a la información.

jueves, 1 de mayo de 2008

GÉNERO, QUE TE DEN!

El poder de los géneros se desploma ante ti camuflando los deseos de querer ser otro yo. El género te atrapa, te arrastra y te encadena a unos roles repitiendo acciones sin cuestionar, imitando roles sin pensar. La identidad ha sido impuesta arraigada en ti, atrincherada en lo más profundo de tu mente. Se construye día a día la normalidad, creada para controlarte cada vez más. AJENOS A LA TRAGEDIA...


ASALTO AL GÉNERO

La génesis de la noción de género, como interpretación que se realiza de la diferencia biológica, se remonta al siglo XVIII con el pensamiento de Poulaine de la Barre. Este autor publicó diversos textos en los que polemizaba e incluso satirizaba sobre aquellos partidarios de la inferioridad de las mujeres, argumentando que no es la diferencia biológica entre hombres y mujeres, la causa de las desigualdades políticas y sociales, sino que por el contrario, son estas desigualdades las que generan teorías que avalan la natural inferioridad femenina. Ahora bien, el concepto de género no aparecerá hasta mediados del s.XX cuando el pediatra norteamericano especializado en el tratamiento de niños con problemas de indeterminación en la morfología sexual, John Money, utilizó este término para referirse a la posibilidad quirúrgica y hormonal de transformar los órganos genitales durante los primeros 18 meses de vida. Money justificó la mutilación, el moldeado, la intervención en bebés de sexualidad indeterminada como único medio de facilitar y posibilitar la inserción de estos seres en la vida familiar, social y productiva. Cabe destacar, que esta metodología, de selección sexual de corte darwinista, no empezó a ponerse en duda hasta finales de los años 90, momento en que asociaciones de intersexuales de Estados Unidos reclaman sus historiales médicos así como el derecho de todo individuo de decidir sobre las intervenciones o transformaciones que se lleven a cabo sobre su morfología sexual. Resulta sorprendente y significativo, tal y como apunta Beatriz Preciado, que el concepto de género aparezca asociado a la medicina y las técnicas de intervención sexual y no en el marco de los estudios humanísticos o sociológicos lo que afianza la idea de los dispositivos institucionales de poder (desde la medicina hasta el sistema educativo, pasando por las instituciones jurídicas o la industria cultural) como elementos constructores de un régimen específico de construcción de la diferencia sexual y de género. Un régimen en el que la normalidad (lo natural) estaría representado por lo masculino y lo femenino mientras que otras identidades sexuales o indeterminaciones no serían más que la excepción, el error o el fallo, monstruoso que confirma la regla. La idea de género como construcción social, viene de largo, y sin embargo persiste su existencia, los roles asignados a cada uno de los dos géneros normativos, la imposición histórica, la cita ineludible e inevitable con sus preceptos taxativos. En la actualidad, en el marco de una sociedad heteronormativa, es mayoritariamente aceptada, en los círculos académicos, la idea de socialización como adaptación y aprendizaje de la representación de género. La socialización primaria (Berger y Luckman) o socialización en la infancia está orientada hacia la interiorización del mundo adulto (Puigvert, Flecha, Gómez) y todos aquellos valores imprescindibles para la vida en este medio. Es en este momento en que se interioriza la ineludible diferenciación entre dos géneros y los significados y comportamientos asociados a cada uno de ellos. Esta socialización nos conduce hacia la internalización de los valores deseables como mujeres y de aquellos que debemos esperar en un hombre en nuestra futura elección de pareja afectiva en el marco de un modelo heterosexual-normativo. En la edad adulta la socialización o socialización secundaria (Berger y Luckman) “está dirigida a la elección entre diferentes opciones socialmente disponibles, pudiéndolas cambiar siempre que se desee” (Puigvert, Flecha, Gómez) o se pueda hacer, teniendo en cuenta que una de las características del sistema heterosexual es la de otorgar castigo, humillación y exclusión a tod@s aquell@s que se apartan de sus imposiciones. A pesar de la constatación del género como resultante de una socialización normalizadora, pervive de manera muy intensa en la cotidianeidad una idea ontológica del género, la idea del género como algo inherente al ser, esencial. Esta idea lleva implícita la incapacidad de las personas a renunciar, a eliminar, a desaprender estas conductas de género. De esta manera surgen tendencias feministas y políticas que abogan por la reformulación de significados. Estas tendencias mantienen dos géneros (incluso más en ocasiones, para no perder baza con sujetos de sexualidad no normativa) pero dotados de significados distintos, vaciando los términos hombre y mujer de su significado original (patriarcal) y dotándolos de nuevas formulaciones más igualitarias. Ahora bien, este posicionamiento parte de la idea de la vacuidad semántica de la diferencia sexual, prescindiendo de la certeza de que los conceptos hombre- mujer no son conceptos vacíos sino que tras ellos se esconde una carga simbólica difícilmente eludible. Obviar esta realidad, y continuar manteniendo en el discurso la defensa del sujeto mujer con fines estratégicos sería dejar fuera de dicha categorización a muchas mujeres que no se adaptan o no se identifican con la definición que de ellas hacen muchos feminismos que no tienen en cuenta las intersecciones del género con la etnia, la clase, la edad, la sexualidad y otras corrientes que contribuyen a la (no) identidad cultural. Es por esto que debiera empezarse a desafiar el lugar de la categoría como parte del discurso normativo en la lucha anarco-feminista. Plantearnos de que manera debemos, por coherencia lógica, prescindir del sujeto político de mujer, de la categoría, sin derivar en la desactivación o en la difuminación de nuestras luchas en la amalgama de luchas paralelas. Emprender, de una vez por todas, el camino hacia una lucha vacía de reivindicaciones basadas en una identidad, en un sujeto estratégico. Aunque no lo olvidemos, hoy somos mujeres y como tales debemos defendernos y atacar, aunque no existe una base natural que pueda legitimar la acción política, sí existe una situación de objetiva subordinación que nos debe empujar irremediablemente hacia la lucha por su eliminación. La duda, la eterna ironía, el cuestionamiento sin fin, nos aboca al complejo, a la negación de nosotras mismas, a la negación de aquello que sentimos nuestro, que nace de nosotras, a la negación de aquello que defenderíamos tan brutalmente si no temiéramos la burla posterior. Acostumbradas a medirnos bajo un prisma en masculino renunciamos a vernos bajo una óptica individual, abandonando nuestros propios deseos, subyugados, en muchos casos a la tiranía de las luchas “serias”, “contundentes”, “verdaderamente revolucionarias”,masculinas. Y ese tampoco es el camino… De esta manera, y contradiciendo a Puigvert, Flecha y Gómez, en su idea de sujeto moderno capaz de eludir la acción estratégica con la fuerza de la razón y el consenso, las normativas de género son implantadas con más o menos éxito en el momento de la primera socialización y se mantienen a lo largo de la vida ante la amenaza de castigo, humillación, encierro, incluso muerte que supone su incumplimiento. La cárcel, como el género-cárcel, sirve para establecer la dicotomía entre los que están fuera y los que están dentro sirviendo de ariete para aquellos que piensan en algún momento apartarse de la norma hegemónica. Partimos de la idea de que no hay sujeto que sea libre de eludir estas normas de género y que estas normas constituyen al sujeto de manera retroactiva (Butler, 2002), remitiéndose a la acumulación y repetición de actos condicionados por una historicidad coercitiva, no hay nadie que escoja una norma de género, una identidad. Partiendo de esta premisa la libertad pierde fundamento y existencia y el consenso de reformulación se vacía de contenido y se convierte en sospechoso (Lyotard) debido a la imposición primera y esencial. Es de esta manera como el género se implanta en cada unx de nosotrxs, a través de unas prácticas anteriores sedimentadas en las prácticas actuales que se reproducen a modo de representación teatral, imitativa. El sujeto no es dueño de sus acciones ya que estas se encuentran condicionadas por acciones anteriores a su propia existencia que deberán ser reproducidas con éxito para evitar el castigo que se otorga a su incumplimiento. Si un enunciado tiene éxito eventualmente, no se debe al hecho de que una intención gobierne con éxito la acción del discurso, sino a que esa acción es el eco de una acción anterior y acumula el poder de la autoridad a través de la repetición o cita de un conjunto de prácticas autoritarias precedentes. Esto significa, por consiguiente, que un enunciado performativo “funciona” hasta el punto que “encubre” y “recurre” a las convenciones constitutivas que lo activan. En este sentido, no hay término o afirmación que pueda intervenir de manera performativa sin la historicidad del poder, una historicidad que se acumula y se oculta (Judith Butler, 2002). Enunciados performativos en referencia a aquellos enunciados que producen la realidad que describen. De esta manera, un/a médico/a al anunciar “es una niña!” está pronunciando un enunciando performativo, en la medida en que esta afirmación genera la puesta en marcha de una serie de mecanismos que constituirán a ese ser como tal, como niña. La declaración matrimonial de un sacerdote, la sentencia de un juez, son también enunciados performativos en la medida en que generan o producen la realidad que describen o intentan producir un efecto en la realidad; evidentemente, no “cualquiera” tiene la capacidad de emitir este tipo de enunciados o al menos no de manera legítima. Performatividad entendida como representación teatral, como interpretación que hacemos de la diferencia biológica. La identidad de género no es entonces, algo sustancial, esencial, sino el efecto performativo de la invocación de una serie de convenciones de feminidad y masculinidad. Estas invocaciones requieren de repeticiones para convertirse en normativas, y es de esta manera, a través de la repetición histórica de actos, como los géneros son percibidos como verdades normativas, esenciales, ontológicas cuando en realidad son copias, representaciones más o menos afortunadas, más o menos exitosas de la diferencia sexual, un conjunto de copias donde, en ningún caso, existe un original. Sirva como ejemplo de construcción identitaria cómo la identidad blanca de las mujeres inglesas en las colonias se construyó en oposición a la identidad india de las otras mujeres, no solo socialmente sino también conceptualmente, o también cómo ser blanco implica no ser negro, etc. Es decir, la identidad está producida discursivamente y los contrastes de raza, clase o género, al igual que son construcciones con una historia, carecen de una esencia inmutable, y pueden cambiar. A partir de aquí concluiríamos con Butler que ni la feminidad ni la masculinidad son producto de una elección, sino la cita forzosa de una norma cuya compleja historicidad es inseparable de las relaciones de disciplina, regulación y castigo, que nadie escoge una norma de género, al igual que nadie escoge prácticamente nada condicionad@ por los usos y costumbres que le anteceden.

MACHOU, MACHOU MEN…

Ningún colectivo se define nunca como Uno sin enunciar inmediatamente al Otro frente a sí (Beauvoir, 1949). De esta manera, lo masculino (lo Uno) se define en contra de lo femenino (lo Otro). En efecto, la masculinidad como normalidad, como razón, como elemento neutro, es pensada en contraposición a lo femenino, lo enigmático, lo maleable, lo despreciable, lo medicalizable. Simone de Beauvoir anticipaba ya en 1949 con su Segundo sexo que “la mujer no nace, se hace” afirmación que se hace extensible a la construcción de la masculinidad, a la idea de que también el hombre se convierte en hombre mediante toda una serie de convenciones sociales que convergen en una ideología de la masculinidad contrapuesta a su Otro, la mujer. Así, los significados de género se construyen de forma binaria, opuesta, interdependiente, inmersos en relaciones de poder y saber, de ahí que históricamente los significados masculinos han sido considerados de mayor valor que los femeninos, por ejemplo: razón \\\\\\\\\\\\\\\\ intuición; fuerte \\\\\\\\\\\\\\\\ débil; dureza \\\\\\\\\\\\\\\\ dulzura; guerrero \\\\\\\\\\\\\\\\ pacífica, etc. De esta manera, siglos de historia otorgan al varón una situación jerárquica prácticamente inamovible (aunque si adaptable como todas las estructuras de poder) que se vislumbra erróneamente más beneficiosa que perjudicial y más natural que modificable. Pero la realidad es otra, prima la masculinidad como ideología, que no como esencia, construida en base a estereotipos fijados entre los que predomina el valor de la fuerza y la violencia y que se define a partir del desprecio a la otra. Así, si según los estereotipos patriarcales, la mujer es víctima, débil y sumisa, el hombre debe hacer lo que le venga en gana y utilizar la violencia como modo de resolver los conflictos (Bonino, 2000). Es a partir de la negación del desprecio hacia estas y otras características femeninas, que se construye la identidad masculina tradicional. La creación de una identidad basada, no en sí mismo, sino en “no ser como una mujer” tiene unas consecuencias nefastas, basadas en trastornos no siempre identificados por estar subordinados a una visión de los mismos más relacionada con la sintomatología desarrollada por las mujeres, objetos de estudio frecuente por su identidad anormalizada. Lo masculino y sus valores siguen aun tomándose en la cultura –y por supuesto también en el ámbito de la salud mental- como paradigma de normalidad, salud, madurez y autonomía (Luis Bonino). Todas las estadísticas, apuntan a las mujeres como mayores usuarias de tratamientos psicológicos así como de medicalización abusiva de antidepresivos, argumentación utilizada para hacer hincapié en su situación de mayor fragilidad y vulnerabilidad. Este estigma, sumado a la creciente medicalización de su cuerpo y su psique, contribuye de manera decisiva al control social de las mujeres ejecutado por la nueva brujería de la tribu, la ciencia médica. Así, lo que plantea Luis Bonino es desnormalizar a los varones y a la masculinidad teniendo en cuenta no sólo los propios malestares sino también aquellos que molestan, dañan, causan sufrimiento e incluso muerte a las demás personas. Así, la identidad masculina se define en torno a varias creencias matrices articuladas en grado de exigencia extrema, del todo o nada (Brannon y David cit. Bonino): · No tener nada de mujer. Ser hombre supone alejarse de los valores femeninos, incluso despreciándolos. · Ser importante. Ser importante midiéndose con l@s demás, estar por encima de las otras personas favoreciendo la competitividad. · Ser un hombre duro. La masculinidad como fortaleza y autosuficiencia. Remite a la idea del hombre impasible, insensible, que no muestra sus sentimientos. · Mandar a todos al demonio. El hombre como ser agresivo, valiente. Autónomo y capaz de protegerse a si mismo utilizando la violencia. · Respetar la jerarquía y la norma. La masculinidad como lealtad a los valores grupales, sin cuestionarlos ni ponerlos en entredicho. Sacrificio por la causa masculina!! Será a partir de estas creencias, de esta normativa hegemónica de género, de la tiranía, de la constante neurosis por no apartarse de dichos preceptos y la exigencia constante en su cumplimiento, que los varones desarrollarán las diversas patologías masculinas que Luis Bonino ha dividido entre: malestares masculinos, trastornos por indiferencia a otr@s y a sí mismo y abusos de poder y violencias. Todos estos trastornos derivan por la exageración o inflación de determinados valores que derivan de las exigencias de las creencias matrices de la masculinidad, como por la inexistencia de otros proscritos y rechazados por las mismas. Dentro de todos ellos es interesante destacar que a pesar de que en numerosas ocasiones producen incomodidad y malestar de los propios varones, muy pocas veces se rebelan contra ellos. Es posible que pese más lo positivo de encontrarse en una situación de poder que los malestares o “daños colaterales” que esto pueda producir. En los casos de patologías de abuso de poder y violencias, por cada varón con una problemática de este tipo, existe una (o unas) persona abusada (...) que muchas veces padece trastornos derivados del avasallamiento subjetivo a la que es sometida en el convivir intoxicante con dicho varón (Bonino). Ahora bien, no exclusivamente en estos casos las personas que conviven con estos varones pueden sufrir las consecuencias. En los casos de depresión masculina, caracterizada por incomunicación, ataques de ira, irritabilidad crónica... es frecuente que la mujer en muchos casos, ejerciendo su rol de cuidadora, soporte e intente solucionar la situación. En la mayoría de ocasiones se encontrará ante elevados grados de mutismo e irritabilidad que provocarán un sobreesfuerzo que la conducirán a ella a los dispositivos de salud mental. Sin riesgo a equivocarme podría afirmar que casi cualquier mujer podría identificar alguna de estas características en varones de su entorno más inmediato que en lugar de ser tratadas como patologías son interiorizadas por la sociedad como normales y sobre todo por las mujeres, acostumbradas ya a las “cosas de hombres”. Este silencio que los hombres imponen en sus relaciones, sobre todo con las mujeres, puede venir determinado por trastornos de la masculinidad pero siempre es propiciado por una situación jerárquica que le capacita para imponer a su antojo la ley del silencio, ridiculizando a la mujer, en muchos casos, por su excesiva charlatanería o su insistencia en propiciar la comunicación. Evidentemente, la solución no vendría determinada por la psicopatologización de estos males ni por supuesto por una medicalización equivalente de los malestares masculinos con los femeninos, pero si con una puesta en entredicho de la presunta normalidad masculina. Es necesario determinar de una vez por todas, hasta que punto la normativa genérica implacable e ineludible genera en mujeres y hombres trastornos y neurosis extremos cuando se produce una socialización “exitosa”. Ahora bien, tampoco la inadaptación ante estos preceptos nos permite vivir una vida plena o alejada de miseria y violencia sino que su incumplimiento genera también malestares, castigo, medicalización e incluso muerte.
MA-MA-MATERIAL GIRL

Las mujeres han utilizado gran parte de su tiempo en repensarse a sí mismas, en analizar los géneros y las diferencias jerárquicas entre ambos como producto de una imposición de carácter social. De esta manera, aunque objetivamente las repercusiones de estas reflexiones no han generado una liberación del yugo genérico, las mujeres estamos habituadas a cuestionarnos las circunstancias de unas vidas sometidas a la tiranía del género, a la violencia, a las humillaciones, a la tortura que esta genera. La creación de una identidad de género para las mujeres ha pasado por la exigencia de eliminar su capacidad de verse y reinventarse a ellas mismas. Si los hombres se han creado a si mismos en contraposición a la figura desdeñable de la mujer, estas han sido forjadas durante siglos a partir de las imágenes que los hombres han mostrado de ellas, creyéndolas incapaces de crear su propia autobiografía, asimilándolas a seres infantiles, simples y despreocupados (lo mismo que se utilizó en la era colonial para justificar la barbarie). Con esta finalidad se crea el mito de la belleza femenina que complementa al mito masculino de la identidad viril. El mito de la belleza femenina sirve al modelo patriarcal para reducir a la mujer a objeto maleable pero quizás su principal función sea la de servir de excusa, una coartada al hombre que justifique su aproximación a la mujer (Sau). Para reducir a la mujer a una posición de subordinación es necesario mostrarla como un ser inferior física, mental y moralmente, ¿Cómo sentirse atraído por un ser de estas características? Sólo la belleza, una belleza originada desde fuera de ella misma, explica que él se haya dejado seducir, rebajar hasta ella sin que esto suponga una merma en su virilidad ante su grupo de iguales. Esta belleza debe ser simple y alocada ya que cuando se acompaña de inteligencia o se utiliza de manera estratégica para conseguir unos fines, la mujer es equiparada con la bruja, la mujer que da miedo, la que no se ha subordinado y resulta desafiante. Este papel en la actualidad ha dejado paso a la estigmatización como puta. El estigma de puta, como ariete de sujeción y amenaza ante comportamientos no normativos, puede ser asignado a mujeres por el simple hecho de ser inteligentes, conspicuas, desarrolladas o autónomas (Gail Pheterson, 1996). Sin embargo ya sabemos que algunas mujeres, pretendiendo liberarse de las cadenas del patriarcado, han imitado el modelo masculino tradicional (Gómez) legitimando y reforzando el modelo masculino de cosificación y uso de las mujeres. Muchas mujeres en su afán de asimilación estratégica con el poderoso, en su afán de perversa camaradería con el enemigo y sus nefastos valores han establecido relaciones basadas en férreas jerarquías, han utilizado las mismas estrategias en sus relaciones, han despreciado todo aquello que apestara a femenino, o bien han utilizado “armas de mujer” para conseguir el beneplácito masculino aun a costa de menospreciar, ridiculizar o humillar a otras mujeres, en definitiva, han ayudado a reforzar la clásica división masculina entre mujeres castas y mujeres putas así como la legitimación del modelo masculino comportamental haciéndolo parecer, una vez más, el más lógico, saludable, deseable, sino imprescindible. Ahora bien, nos hemos demostrado como el modelo masculino tradicional no nos sirve a la hora de iniciar un camino liberador, de la misma manera que tampoco podemos abogar por una idea de esencialismo femenino inherente a todas las mujeres que posibilite la creación de individuos autónomos y libres. Entonces, de qué manera podemos incidir en la transformación social o emprender nuevas luchas sin un sujeto estratégico (mujer) al que colmar de todas las virtudes, enfrentado a un enemigo malo malísimo maloso (hombre)?; evidentemente no es eso lo que queremos. Sabemos que objetivamente las mujeres y aquellos individuos equiparados social y jerárquicamente con nosotras (maricas, transvestidos, niños, niñas…) nos encontramos en una situación de extrema exclusión y cosificación que se traduce en violencia y humillación. Pero también sabemos que las mujeres blancas, las mujeres de clase media, las mujeres delgadas, los maricas del triangulo comercial de l’Eixample, Devorahombres, “señoritas” que acompañan a “señores” famosillos, modernill@s académicos, culturitas, sabelotodo, superartistas que pueden jugar a ser lo que quieran: maricas, bolleras, excéntricos exhibicionistas… no la sufren de la misma manera que las mujeres negras o de otras étnias, las mujeres gordas, las mujeres discapacitadas, los trans que se venden en el campo del Barça, las prostitutas rumanas (subsaharianas, latinoamericanas, del xino…) de las carreteras, los maricas de clases bajas, las bolleras de barrio, y por supuesto todas aquellas que albergan varias de estas posibilidades. Ante esto cabe la intersección de posibilidades, la multitud de diferencias, las individualidades no atomizadas sino mezcladas, removidas, cambiantes, movibles, y quizás esto posibilitaría, dentro de un proceso de atomización impuesto por la tendencia de un capitalismo sin clases, la capacidad de cada una de nosotras para elegir nuestras propias opciones de vida. Mundialización e individualización como procesos paralelos. La inoperancia de las antiguas estructuras industriales de clase (sindicatos, partidos políticos...), en su tarea transformadora de la vida, dentro de los sistemas capitalistas que nos abocan hacia la individualización de las desigualdades sociales, provoca riesgos e incertidumbre pero también abre nuevas posibilidades a la creación constante de la propia biografía (Beck) no sujeta a las exigencias de macroestructuras homogeneizadoras. La reflexión individual sobre nuestras propias vidas y la elección consciente, posibilitan la capacidad vivencial alejada de coerción y neurosis, ahora bien, ¿es acaso la individualización generadora de elección consciente? ¿la mundialización paralela no favorece la homogeneización de criterios, el control social y la preexistencia de unos valores coercitivos que condicionan nuestras decisiones?. Evidentemente, sí, y es por ello que esta individualización generadora de elección consciente no debiera en ningún caso derivar en procesos de alejamiento y exclusión, no debiera generar, como sucede en muchas ocasiones, una alienación y soledad asfixiantes, en las cuales el individuo, al sentir que no puede reclamar a su grupo de iguales, no puede ampararse en una identidad, en un grupo identitario, se encuentra acechado agresivamente por una sociedad que no tolera su desviación del camino marcado y que le castiga por ello. Es por esto, que la multitud de diferencias es una amalgama de individualidades, una amalgama de seres desviados que disfrutan juntxs y revueltxs de un objetivo común: la erradicación del dualismo genérico e incluso más allá, la erradicación de la misma existencia del género. Cuando asomamos la cabeza más allá de nuestro embriagante círculo de relaciones e incluso más allá de la misma idea que tenemos de él y de nosotras mismas, cuando nos atrevemos a valorar la cotidianeidad que nos rodea y de la que irremediablemente formamos parte, nos damos cuenta de hasta que punto la imposición genérica no está en vías de extinción sino que muy al contrario, muta, se adapta y se fortalece. Por esta razón, yo preguntaría a l@s escéptic@s, a l@s partidari@s de la liberación común, a l@s que se sonríen-ríen, a tod@s aquell@s a l@s que su soberbia les impide ver hasta que punto son esclav@s de normativas de género, a l@s que cuestionan constantemente, a l@s que analizan con lupa, a l@s que se llenan la boca con la miseria del feminismo, a l@s que creyéndose haber superado estas convenciones, no son capaces de mirarme a los ojos al hablar; ¿dónde están sus lanzas, sus colmillos afilados contra el patriarcado?, ¿dónde está el rechazo, la ira incontrolada, dentro de esa lucha común, que revuelve los cimientos de la cárcel de género?? ¿Cuándo y dónde han encontrado la fórmula mágica, el abracadabra que les ha convertido en seres completamente agenéricos? Por favor explicadnos como!!! Comprended que el victimismo ha anulado nuestra capacidad de generar soluciones!! Estamos ansiosas de una respuesta!! Cuanta moda, cuanta tendencia escondida tras el desprecio de la lucha contra el género, contra el patriarcado, la lucha de las mujeres, porque así ha sido hasta el momento. Cuantas luchas parciales son defendidas a ultranza, incuestionables, intocables, su legitimidad queda intacta; “bueno, si, ejem, esto es importante, esto es cosa de hombres, de mujeres-hombre; en cuanto a lo tuyo,... es ridículo luchar por algo tan obvio,… por favor, ja, ja, por supuesto que somos iguales, dejemos este tema…” Cuanto vocabulario incendiario, demagógico, cuanto discurso misógino disfrazado de libertario, de revolucionario, cuanta mierda. La duda, la cuestión, el escepticismo de entrada, ¿me querrán cortar mi querida polla??? Con estas feministas nunca se sabe… Cuanta simpleza, cuanto terror escondido, cuanto miedo a lo desconocido. La falta de análisis, de reflexión conlleva el miedo, (“mmm, que querrán decir con esto????), el miedo a reconocer que no tienes puta idea, que jamás te has cuestionado a ti mism@ y el desprecio te alivia la responsabilidad de tener que hacerlo. De esta manera, la lucha parcial sigue siendo parcial, fragmentada, de nada sirve que las mujeres, que ciertas mujeres cuestionemos el género, que aboguemos por su eliminación, si siempre permanecerá la sospecha generada por una imagen distorsionada e influenciada por el feminismo folclórico, de salón, masculinizado, genérico, académico, institucional e identitario. La lucha contra el patriarcado, contra el género, es la lucha de las mujeres, de los hombres, de los niños, de las niñas, de los maricas, de las bollleras, de lxs drag kings, de lxs drag queens, de las mujeres barbudas, los discapacitados ciborgs, los trans maricas sin polla,… precisamente para dejar de serlo o seguir siéndolo sin tener que autodenominarse-clasificarse. Pero evidentemente esto no entra en algunas cabezas…

Fuente: Texto escrito por el colectivo lxs entropicxs, para las jornadas de Grietas de resistencia ,bs as.

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De la Desmemoria al Desolvido
De la desmemoria al desolvido. por Taller de Género y Memoria ex Presas Políticas
Que nadie se engañe. Esto tiene tapa, contratapa, páginas con números y todo lo que le da apariencia de libro, pero no lo es. Esto, con formato libro, es el vehículo por medio del cual un grupo de mujeres, ex presas políticas, trasmite lo que recuerda de sus vivencias. Tanto de sus historias personales, que las llevaron a desembocar en las cárceles de la dictadura, como de los días de encierro y lo que allí crearon. Para hacerlo se reunieron infinitas veces, recuperaron anécdotas, reflexionaron, recobraron recuerdos, se distrajeron, hablaron de otras cosas, volvieron al tema, se agasajaron con improvisadas comidas y vino, compartieron los problemas de los hijos e hijas aunque les robaron muchas horas -a sus compañeros también- y se sintieron culpables por ello (obvio son mujeres). Pasó el tiempo y sus hijos crecieron y sus compañeros -increíblemente- son se fueron. Ellas tenían que decidirse, así que un día tomaron el lápiz (o la computadora) y se pusieron a dar forma a todo aquello. Algunas. Peleadas con las palabras, sufrieron la gota gorda; otras necesitaron romper cáscaras del yo no sé; casi todas hicieron y rehicieron, resignadas. Por eso lo del principio: esto, que parece un libro, es más bien un caja. Es una gran vivencia que contiene otras vivencias, que en su interior contiene otras...

MENSAJE

“La vida con todos sus momentos de tristeza, de esperanza y de miedo, no es mas que la oportunidad para conocer el amor; para conocer como fué, como puede llegar a ser y como es.”
Allí donde esta el amor, esta el ser humano y esta Dios, que no es más que esa gran energía que nos mueve y nos mantiene vivos, esa energía en forma de amor, por lo tanto dejémonos fluir en ella y amemos!!!
Sin distinción, sin horarios, sin aplazamientos, sin miedo al sufrimiento."
Moni B

ARTÍCULO

DESPEJANDO LA INCÓGNITA

Ciertamente, nuestra existencia ha sido impregnada de una serie de creencias, tabúes, mitos e imposiciones que han contribuido al deterioro de nuestra salud mental y han dificultado el desarrollo de una vida más placentera. Miles de años y de bárbaras experiencias nos han legado un “brillante” y extensísimo catálogo, orientándonos debidamente sobre el comportamiento sexual y amoroso. Todo esto ha hecho posible que hayamos almacenado en nuestra memoria aquello que hemos sido incapaces de ofrecer y compartir con total naturalidad, apenas si nos hemos dado oportunidad alguna para vivir nuestra intimidad con total libertad. Sin olvidar, claro está, las enormes dificultades que encontramos para reaccionar ante una Historia tan triste, que se apoderó no sólo de nuestras mentes, sino también de nuestros cuerpos. Caminamos sobre el agua, sin poder cruzar a la otra orilla. Guiándonos por huellas en las que no reconocemos nuestras pisadas. Esperando poner en práctica todo un universo de normas y pautas, esperando que la razón guíe nuestros instintos, esperando que el corazón se oxide, y esperando que el dinero entre por la puerta y el amor salga por la ventana. Tanto el amor como el sexo se convierten en uno de los últimos refugios donde podemos alcanzar la aprobación de otras personas y recibir el reconocimiento, sin el cual, las dudas y la incertidumbre nos sostendrían con dificultad. Y dificultades son, a tenor de los hechos, las que esconden nuestras vidas cuando intentamos comprender el sentido que damos a las relaciones sexuales y al comportamiento amoroso, incapaces como somos en muchas ocasiones de reconocer la difusa imagen que refleja el espejo. Estrategias mutiladas por el abismo del deseo. Soledades que no descansan. La historia del amor y la historia del sexo nos brindarán una oportunidad para que vayamos descubriendo las transformaciones más importantes, aquéllas que han hecho posible que hoy reaccionemos de una forma determinada en la relación con los demás. Desde esta sección cuestionaremos particulares formas de entender este mundo que parece estar concebido para equilibristas. Repasaremos otras formas de entender la vida sexual; nos acercaremos a todo un mundo de preocupaciones, miedos e incluso temores. Compartiremos vuestras opiniones, que servirán para que podamos elaborar en compañía un marco de reflexión que dé cabida, además de a la información, al debate, sin el cual careceríamos de la capacidad de comprensión necesaria para tratar aspectos que en infinidad de ocasiones se mantienen ocultos. Se trata, en definitiva, de superar un importante compromiso con la propia vida. Compromiso que ya vio la luz con la revolución sexual, que sigue vigente con la lucha que mantienen millones de personas (casi todas mujeres), y que esperemos continúe desde esta sección. Intentaremos recorrer este pequeño mundo con el único propósito de lograr sonreír más a menudo, y reconocer en nuestros cuerpos desnudos pequeñas historias inolvidables.
Moni B

JUVENTUD Y GÉNERO

Estereotipos de género y vida cotidiana.

Las ideas, normas y estereotipos de género varían de cultura en cultura y en cada sociedad. Varones y mujeres pueden manipular las ideas y los comportamientos basados en el género para usarlos en su propio beneficio, aparentemente sin perjudicar a nadie, pero al mismo tiempo reforzando los estereotipos (p. ej., la mujer llora o coquetea para conseguir algo).
Las ideas estereotipadas acerca de los atributos de varones y mujeres pueden ser riesgosas en la medida en que limitan nuestro potencial para desarrollar al máximo nuestras capacidades.
Si aceptamos los estereotipos como guías para nuestro propio comportamiento, ello impedirá que determinemos nuestros propios intereses y habilidades, desanimando a los varones a que participen en el supuesto trabajo de las mujeres (como cuidar a los hijos) y llevando a las mujeres a no elegir roles tradicionalmente masculinos (como estudiar ingeniería y practicar ciertos deportes).
Es muy difícil ser sensible al género todo el tiempo. Los estereotipos de género influyen en las ideas y acciones de casi todos nosotros. Ser sensible al tema de género no significa que no reconozcamos las diferencias entre varones y mujeres. Algunas diferencias permanecen porque son biológicas. A veces optamos por mantener algunas diferencias aun en el contexto de relaciones igualitarias entre varones y mujeres (por ejemplo, las convenciones de cortesía).
Podemos disfrutar al desempeñar roles y atributos usualmente asociados con el propio sexo. Lo importante es que todos sepamos que son creencias o suposiciones que parecen ser “naturales” cuando no lo son y que es importante cuestionarlas cuando son obstáculos para que tomemos nuestras propias decisiones sobre lo que queremos hacer.
El hecho de ser varón o ser mujer no debe ser motivo para que te excluyan, te menosprecien o te prejuzguen. No dejes que te discriminen o que discriminen a otros jóvenes por el hecho de ser varón o mujer.

Lección de vida...

REFLEXIONES

¿Por qué huimos de nuestras emociones?

“Los seres humanos están ahí, eso es innegable. Van de un sitio a otro, llenan las ciudades. A veces creemos escuchar su rumor y los echamos de menos. A veces querríamos incluso abrazarlos y librarlos de todo mal. Esa es nuestra grandeza. Pero a la vez esa es también nuestra miseria. Porque si por una parte estamos inclinados al amor y a la bondad, por otra estamos condenados, no es ningún secreto, a la frustración constante de ese amor y al ultraje constante de esa patética bondad.”

Una vez desnudos y al haber sentido la ausencia de toda influencia emocional, podemos emprender el recorrido para abrazar nuevas formas de relación, desintoxicadas de cualquier acto de comprensión banal. Porque quizás no haya que comprender nuestros actos. Sencillamente porque los seres humanos podemos llegar a concebir o admitir de todo, y porque por comprender podemos eximirnos de cualquier hecho, incluso excusar cada trazo y cada línea que ha diseñado la historia, nuestra historia, por muy terrible que sea.

Para evitar la condena esa frustración que puede ser amar, que viene a ser lo mismo que protegernos del sufrimiento, firmamos un contrato con la incredulidad, con la distancia o con la huida. Porque a menudo se considera oportuno mantener cerradas las puertas que dan acceso al mundo de los sentimientos. Ya que de ese modo no se deja opción alguna a que las heridas del amor alteren ese equilibrio que cada cual ha ido construyendo.

Ahora bien. Podemos ir más lejos en nuestro desencantamiento, y también recurrir a despojarnos por completo de todo tipo de vínculo con el entorno que nos vio crecer, con las relaciones y con el peso de los recuerdos. Ello puede representar una dolorosa experiencia, pero experimentar en el dolor puede permitirnos, en el momento más insospechado, por cualquier hecho casual, traspasar la niebla. ...

Y descubrir un nuevo camino, una nueva oportunidad. Aquélla que va del vacío hasta una nueva forma de amor, más limpia. Aún huyendo de las emociones.

Moni B




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Iniciativa en Cuernavaca (México) para garantizar el derecho legítimo al abortoLa bancada del PRD en el Congreso de Morelos presentó ayer una iniciativa para garantizar a la mujer el derecho a abortar en caso de embarazo por violación o por inseminación artificial no consentida. La iniciativa, que adiciona el artículo 10-bis al Código de Procedimientos Penales, busca terminar con una “laguna jurídica” al establecer con claridad qué instancia debe autorizar el aborto y bajo qué procedimiento. Esta “laguna jurídica” en la ley ha provocado que mujeres violadas no puedan legalmente interrumpir el embarazo y que tengan que recurrir al aborto clandestino, exponiendo su salud y su vida, explicó el diputado David Irazoque Trejo.Precisó que en el Código Penal no existe obstáculo alguno para la práctica del aborto en caso de que la mujer violada así lo solicite, sin embargo, en la práctica y en la ley no está establecido qué autoridad ordena al Sistema de Salud la interrupción del embarazo.Con esta reforma, impulsada por la bancada del sol azteca en atención al reclamo hecho en el pasado Parlamento de Mujeres, será el Ministerio Público el que autorice la interrupción del embarazo en que caso de la mujer haya sido víctima de una violación sexual.David Irazoque argumentó que el artículo IV de la Constitución de la República dice que toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos”, lo que se traduce en el derecho de los gobernados a decidir si tienen o no descendencia.Reconoció que el poder Legislativo fue omiso el pasado 13 de noviembre durante la aprobación del Código de Procedimientos Penales, al no dar a las mujeres violadas la seguridad jurídica para llevar a cabo la interrupción voluntaria del embarazo. De acuerdo a la iniciativa de adición, al momento que una mujer denuncie haber sido violada el Ministerio Público debe solicitar a las instituciones del Sistema de Salud realicen todas las medidas para prevenir un embarazo.Asimismo el Ministerio Público tendrá un término de 24 horas, a partir de que la víctima solicite la interrupción del embarazo –en caso de que ésta sea menor de edad, la petición la tienen que hacer sus padres o tutores- para ordenar la aplicación del aborto.Antes, la víctima tiene por obligación haber presentado la denuncia por violación o inseminación artificial no autorizada, declarar o acreditar mediante diagnóstico médico la existencia de un embarazo.Por JOSÉ LUIS GARCITAPIA, en www.lajornadamorelos.com/noticias/politica

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En Perú demandan al Ministerio de Salud se apruebe el protocolo del aborto terapéutico
Defensoría y Promsex sostienen que es una tarea aún pendiente. Conferencia Episcopal indica que es un tema zanjado, pues el Consejo de Ministros no aprobó la norma en su momento.¿Es la vida de la madre más importante que la del hijo que lleva en el vientre? ¿Debe una madre permitir que su embarazo llegue a término, aun a costa de su propia vida? La falta de respuestas a estas preguntas es lo que ha hecho que la discusión sobre el aborto terapéutico se extienda, y de paso, demore la aprobación del protocolo médico tan esperado por instituciones como la Defensoría del Pueblo.Rossina Guerrero, miembro del Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y Reproductivos (Promsex), sostiene que es necesario y urgente que el Ministerio de Salud (Minsa) apruebe el mencionado documento, a fin de que cientos de mujeres puedan recibir una atención médica adecuada −en caso sea necesario− y sobre todo que no se ponga en riesgo sus vidas.Ante las acusaciones de ser promotores de la muerte de inocentes, dijo no sentirse aludida, puesto que lo que se intenta con el aborto terapéutico es salvar vidas. "No queremos despenalizar el aborto (en general), lo que queremos es que las mujeres puedan tener la opción de decidir (en caso sus vidas esté en riesgo)", precisó.La Defensoría del Pueblo es de igual parecer. En su primer reporte sobre el cumplimiento de la Ley de Igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres (marzo, 2008), considera que la aprobación del protocolo es una tarea pendiente del Minsa que "debe ser atendida de manera inmediata".Otro actor que también propició la demora en la aprobación de dicho protocolo, sostuvo Guerrero, fue la Iglesia Católica. "Este protocolo no sale a la luz por presiones de la Iglesia Católica. Por qué no son más honestos y dicen que valoran al concebido, pero que la mujer se muera", señaló.Al respecto, Mayela Tejada, secretaria ejecutiva de la Comisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP), sostuvo que la aprobación del protocolo es un tema zanjado, puesto que la Presidencia del Consejo de Ministros no autorizó su aprobación en mayo del 2007. Además tampoco debería existir ningún debate médico, pues ahora la ciencia puede salvar la vida de ambos seres, agregó.Sobre el tema, voceros del Minsa indicaron que "por el momento no se tocará este tema".CIFRAS826 abortos terapéuticos habría practicado el Minsa el año pasado.410 mil abortos clandestinos se practicarían cada año en Perú, según Promsex.Fuente: Diario La República,http://www.larepublica.com.pe/content/view/211332/30/

JUVENTUD Y GÉNERO

Drogas y sociedad

Tradicionalmente las drogas fueron utilizadas en rituales religiosos o como sustancias curativas. Hoy su uso más extendido está asociado al tiempo libre. El consumo de drogas con frecuencia se nos propone a l@s jóvenes como la condición para poder “disfrutar” del tiempo libre o como la llave de ingreso a un grupo determinado.
Esa invitación al consumo de drogas no es un evento aislado. Tenemos que entenderla en el marco de una sociedad que alienta muchos tipos de consumo – ropa, música, celulares, electrodomésticos - casi como requisitos excluyentes para ser y pertenecer, y llenar el vacío que a veces produce una realidad cambiante y difícil.
Las usemos o no las drogas están cerca de nosotros. Cada vez escuchamos hablar más y más de ellas y vemos cómo el abuso de ciertas sustancias hace más vulnerables a nuestros amigos y conocidos a la violencia, los accidentes y la infección del VIH y otras ITS.